Porque justamente, —como se dijo en la primera clase— uno de los objetivos del curso es popularizar es popularizar el psicoanálisis sin vulgarizarlo, y popularizarlo no es solamente hacerlo conocer por mucha gente que no se dedique al psicoanálisis, sino que quiere decir entender que se puede hablar rigurosamente del psicoanálisis, en un lenguaje claro y sencillo. Rigurosidad no es sinónimo de barroquismo retórico. No soy riguroso cuando no se entiende lo que digo. Es más: muchas veces el barroquismo retórico es una buena forma de ocultar la falta de lógica de lo que estoy diciendo, o de sostener una lógica que es indefendible. No es solamente volverlo entendible para el mayor número de personas y oponerse a la jerga barroca, también es entender que el psicoanálisis no es un asunto de profesionales. El psicoanálisis no nace ni con un pensador pensando en un laboratorio ni en un gabinete, sino que nace de gente hablando con otra. Toda la teoría psicoanalítica está constituida gracias al discurso popular, al discurso de la gente que se cruzaba con Freud. Es decir, el psicoanálisis es una reserva metafórica donde no sólo podemos pensar, sino que podemos hablar de esos simples temas que nos atormentan: la infancia, la filiación, la muerte, el amor, la sexualidad, el miedo, el desamparo, la aceptación, cómo posicionarnos como hombres, cómo posicionarnos como mujeres. No mucho más. Si lo quisiéramos reducir sería: como decir y cómo gozar de la buena manera. No hay ningún lugar hoy, donde eso se pueda plantear.
[…] El psicoanálisis también es una forma —no solamente— de poder hablar sino es una forma de decir: puedo parar. Puedo no decirlo todo, no estoy obligado. Con decir algo, alcanza y sobra. Puedo no estar todo el tiempo pasándola bien, es posible.¿Qué crítica vamos a tratar de desmontar? Una que es fundamental para poder leer el psicoanálisis: le hicieron creer a la gente (y por eso hay que popularizar también, porque hay un malentendido general respecto a Freud) que el psicoanálisis se trata de una práctica individualista: Vos estás en el consultorio, solo, encerrado, uno a uno, en cambio ellos —los críticos— están por ahí en los barrios, en el hospital, rodeados de gente. Y como están rodeados de gente, creen que se trata de algo social. Confunden multitud y cantidad con vínculo social. Sin embargo, el psicoanálisis es un vínculo público, completamente público, por más que haya dos personas. Porque entre el analizante y el analista está el psicoanálisis. Y es imposible pensar la clínica psicoanalítica, sin la época, sin la tradición y sin la cultura.
Lecturas del Superyó 2016 – Curso Anual de Psicoanálisis
Fragmento escogido por María Sol Perarez. Año 2016. Lecturas del Superyó